Tus ojos brotaron en tierra equivocada,
tus manos arañaron el viento
confundido,
tu lengua murió sobre labios
descarnados,
mientras tu oído sólo escuchaba
campanadas a medianoche.
Las palabras ahogaron tu casa y tu
ciudad,
los dedos sesgaron tu breve vida,
no importan las lágrimas más allá
del horizonte,
en tu alma sólo existen campanadas,
campanadas a medianoche.
Amparo
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