Cuando un médico de cabecera es capaz
de confesar que se siente impotente ante la petición expresa, por no
denominarla orden, de no prescribir pruebas y tratamientos a personas
mayores que sobrepasen cierta edad.
Cuando se solicita una asistencia
médica domiciliaria para una paciente mayor de 80 años con grave
deterioro de salud física, y ésta es denegada por no considerar que
sea un caso de “prioridad”, y esa misma paciente a los diez días
de formular la petición se encuentre hospitalizada en estado
crítico.
Cuando una enferma anciana acude a
urgencias hospitalarias aquejada de fuertes dolores generalizados y
es devuelta de alta a las pocas horas, con el sólo pronóstico de
“artrosis” y administración de calmantes, y sin realizar pruebas
descartables de otras patologías en base a sus antecedentes médicos,
y a los dos días esa anciana debe regresar al hospital en un estado
de pronóstico muy grave.
Cuando un paciente recibe
prescripciones de pruebas médicas con plazos superiores a dos meses,
tiempo alarmante de espera, donde su salud puede empeorar
drásticamente.
Cuando se niega la asistencia sanitaria
básica y de necesidad a personas de otras nacionalidades, en un
evidente desprecio a la dignidad del ser humano en cuanto a su
calidad de vida.
Cuando la Administración recorta las
ayudas y el tiempo de asistencia se rebaja de seis a tres meses, para
usuarios con adicciones graves de alcohol y drogas, plazo totalmente
insuficiente para su rehabilitación y cura.
Cuando las consultas y salas de espera
del área de urgencias de los hospitales se encuentran totalmente
saturadas de pacientes, con enfermos atendidos hasta en los pasillos
del centro, y esperas de doce horas para recibir resultados, y en el
caso de necesitar ingreso hospitalario, esta espera puede prolongarse
incluso días según la especialidad donde va destinado el paciente.
Cuando se constata una clara y notoria
intencionalidad de provocar actos con consecuencias graves, sin
prevenciones específicas, y sin intervenciones consecuentes y a
tiempo.
Ante la falta manifiesta de protección
sanitaria de colectivos como son los ancianos, los dependientes, los
adictos, carencias que en muchos casos se hacen extensibles al
usuario en general, condenando un derecho tan fundamental como es la
salud y la asistencia médica, en una especie de castigo inhumano e
irracional, consecuente de leyes sin ética ni respeto, aplicadas por
gobernantes inescrupulosos, no hay mucho más que comprobar, decir o
reflexionar. Las administraciones nos matan sutil y lentamente.
Amparo.
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