jueves, 10 de abril de 2014

TANQUEM COFRENTS



"Sólo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado, y el último pez atrapado, te darás cuenta que no puedes comer dinero." (Anónimo)
A lo largo de la historia, y a medida que la sociedad ha ido progresando en avances tecnológicos, los supuestos fracasos o riesgos que la puesta en práctica de estos adelantos ha implicado en el aprendizaje social, se ha ido incrementando a un ritmo alarmante. Y si bien ciertos desastres lógicos en el desarrollo tecnológico no suponen un perjuicio para la seguridad ciudadana, no se puede decir lo mismo de la energía nuclear. ¿Somos conscientes de ello?
Una catástrofe nuclear lleva aparejada de inmediato la contaminación, no sólo del terreno donde se produce el desastre, sino que merced a la influencia del agua o del viento, también la de otras zonas alejadas. Las radiaciones que afectarían a los seres vivos se transmitirían asimismo durante decenas de años, a través del hábitat o los alimentos, provocando una degradación social y ambiental de gran repercusión.
Ya son varios los accidentes graves que han ocurrido, Chernobyl, Fukushima, incidentes o errores que de forma general se silencian o tergiversan en su verdadera magnitud, ocultando a la opinión pública las verdaderas consecuencias de las tragedias. Y ya no son sólo las que ocurren en las centrales nucleares, de igual forma la basura radioactiva, almacenada a veces de forma increíblemente imprudente, o el transporte de estos materiales ha provocado la contaminación e incluso la muerte de miles de personas. Existe una gran falta de información, los hechos se manipulan en beneficio de intereses económicos, técnicos o políticos, mientras las asociaciones ecologistas se manifiestan y pelean cada día en un intento de concienciar a la sociedad de la peligrosidad de estas instalaciones y el provecho que en perjuicio de la naturaleza y en beneficio de estas empresas, sólo contribuye a aumentar la inestabilidad de la seguridad de los ciudadanos.
En la Comunidad Valenciana tenemos un claro ejemplo de lo que representa este riesgo, pues la central nuclear de Cofrentes fue la que más incidencias comunicó de toda España al Consejo de Seguridad Nuclear en 2013, con un total de nueve, episodios en su mayoría debidos a fallos técnicos o humanos y que afortunadamente fueron clasificados con nivel cero en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares, sin repercusión significativa para la población y el medio ambiente. Pero ¿quién puede garantizar que en un futuro no ocurra un accidente de graves repercusiones?
Este tipo de concienciación es el que mueve a asociaciones ambientalistas comprometidas a organizar actos como el programado para el próximo 18 de mayo, una marcha que bajo el lema “Tanquem Cofrents” se realizará desde Valencia para pedir el cierre de la central nuclear. ¿Tenemos que esperar a que se produzca una catástrofe irremediable? Hay asuntos en los que nunca hay que perder el entusiasmo ni caer en el error de no proseguir, con empeño y voluntad cuando la causa lo merece. Ya lo dijo Albert Einstein: “ Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”.
Amparo Climent

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